El lino o linaza es una planta herbácea de origen asiático se cultiva en los países mediterráneos desde hace más de 5.000 años.
Las semillas de lino destacan por que:
Tienen un alto contenido en fibra tanto soluble como insoluble, elemento que puede ayudar a regular el tránsito intestinal.
Son ricas en ácidos grasos esenciales Omega-3 y 6, muy importantes para el correcto funcionamiento del organismo.
Son fuente de Hierro, que es una parte esencial de la hemoglobina, el agente colorante rojo de la sangre que transporta el oxígeno a través del cuerpo.
Contienen unos fitoestrógenos llamados lignanos, con propiedades antioxidantes.
Contienen mucílagos y pectinas, sustancias con propiedades suavizantes para la piel.
Aportan todos los aminoácidos esenciales en una proporción muy similar a la soja.
No sólo aportan Calcio y Fósforo, sino también Magnesio, que contribuye a la asimilación de estos dos minerales.
Son ricas en Biotina que contribuye al mantenimiento de la piel y el cabello.
¿CÓMO TOMAR LAS SEMILLAS DE LINO?
En general, para aprovechar mejor las propiedades de las semillas, conviene molerlas en el momento antes de consumirlas. Después, se pueden espolvorear sobre yogures, bebidas vegetales, ensaladas, etc.
Sin embargo, si lo que queremos es aprovechar las propiedades del lino como regulador del tránsito intestinal, hay que remojarlas durante toda la noche. Pasado ese tiempo, se habrá formado un “gel”, que no es otra cosa que la fibra soluble que contiene esta semilla. Ahora ya solo hay que beberse ese gel junto con las pequeñas semillas que hay en él.